Tras encerrarse Jesús
Nazareno sobre las cinco y media de la tarde, los dos hermanos hicieron una
comida ligera y se dispusieron a echar una siesta para recuperar fuerzas, pues
la jornada matinal había sido larga e intensa, siguiendo las evoluciones del Rey de Priego.
Tras despertarse se vistieron apresuradamente y
partieron en dirección Iglesia de las
Mercedes a eso de las siete y media, tal y como les indicó el vivaracho
mozuelo en la tasca de la calle Cana.
A esa hora el flujo de personas por la zona del Paseíllo era todavía considerable, y no era difícil de adivinar de
dónde provenía, pues la mayoría portaba en la mano flores del trono de Jesús.
-“No entréis por la puerta del templo, hacedlo mejor
por aquí”, interpelaba un señor de mediana edad señalando la puerta lateral
sita en la angosta calle de las Mercedes.